Vivimos una época donde la obsesión por los migrantes se ha convertido en uno de los faros políticos de este siglo. El caso es que las fronteras se derriban cada vez con mayor fuerza, y bajo la mirada de un mundo global que opina y participa, por ausencia o reclamo. Vamos camino a repensar las geografías y sus límites creados. Pero en el embudo de esta reflexión, nos dirigimos hacia otra frontera: la que nace y termina en uno. Desde esa franja vamos a abordar pensamiento y práctica, la que cada uno de nosotros elige, si elegimos la pautada por la biología, la ley, la geografía, la cultura, o no. Si lo hacemos bajo la circunstancia que sea, con los elementos heredados o con los que tenemos a mano, los que son y los que no, los que inventamos y los que reciclamos. Cada uno de nosotros puede ser libre, sí, ser libre, y elegir si usa lo pautado o no. La frontera marca hasta dónde llega uno, el sujeto, el cuerpo, el ciudadano; nos enfrenta con nuestras debilidades, uno se siente vulnerable cuando pasa por aduana. Uno está ahí, la cruza, lleva el pasaporte en la mano, siente la mirada sobre la documentación que falta, la carta de invitación, las tarjetas, el dinero. Uno se pregunta si es culpable de algo, ¿ que formulario está en blanco, qué me falta? Uno vive corporalmente la frontera. 

EL CUERPO Y LA FRONTERA 

Cambiar sin autorización de cuerpo, de género, de identidad El cuerpo decide un día que la imagen externa no coincide con la interna. Entre ser y representación ¿Cuál ley ampara esa migración, cómo se cruza sin correr peligro ? Convivimos con todo tipo de reglas, están las que marcan el orden y su equilibrio y las que nos pautan la moral, la afectividad: los mandatos que se legalizan. 

REPRESENTACIÓN 

La ficción negocia el tiempo. ¿Uno puede representarse a sí mismo, es posible? ¿Qué pasa cuando lo real no nos da lo que necesitamos, qué pasa cuando el físico que tenemos no alcanza? 

EL CUERPO ME PERTENECE, LA BIOLOGÍA NO ME REPRESENTA